En el debate se valorará:
-Utilizar un lenguaje correcto
-La claridad, brevedad y coherencia de los argumentos
-Respetar el tiempo asignado
-El interés despertado en las intervenciones
-El respeto a la hora de escuchar y contestar
-La capacidad de síntesis en las conclusiones,
-El trabajo en equipo
algunos artículos de opinión para el debate
¿Guerra en Siria? Breve guía para el debate
7092013
La posibilidad de que haya un ataque militar sobre Siria la próxima semana va creciendo. En los primeros debates sobre el tema, en la calle y en los medios, además de aportaciones muy interesantes, también se pudieron ver análisis sesgados y con demasiados tópicos, prejuicios y simplificaciones. Con humildad, pero desde una voluntad honesta de contribuir a desgranar lo que pasa, escribí este texto en catalán el 28 de agosto. La ‘guía’ circuló mucho y varias personas me solicitaron una versión en castellano y, de hecho, algunas realizaron traducciones por su cuenta (muchas gracias!). Ahora, partiendo de la traducción realizada por la activista colombiana por la paz y los derechos humanos residente en Barcelona, María del Rosario Vasquez, he reescrito esta Guía en castellano, con algunas pequeñas modificaciones y actualizaciones.
“Quizá la próxima semana empieza la guerra en Siria”
No. Sería probablemente mucho más sencillo para todos. Pero, desgraciadamente, la guerra hace mucho tiempo que empezó. Más de dos años. Con unos resultados devastadores: más de 100.000 muertes, más de 2.000.000 refugiados y más de 4.000.000 de desplazados internos en un país de unos 20.000.000 de habitantes. No podemos decir ‘Vaya, otra guerra!‘. Sino nos hemos enterado, o no hemos querido verla, es un problema nuestro, pero encima, no carguemos nuestra ignorancia, incompetencia o falta de sensibilidad sobre una población, la siria, que ha sufrido y sufre mucho.
“Así lo que empieza es una guerra en clave internacional”
Sí. Pero no.
Sí porque supondría la participación directa de ejércitos de otros estados. No, sin embargo, porque de hecho de implicación regional e internacional en la guerra ya había. Irán y Hezbolá (implicando, aunque sea en parte, al Líbano) han estado ayudando al régimen con logística, entrenamiento y combatientes. Rusia y China le han facilitado armas y apoyo diplomático. Por el otro lado, Turquía ha acogido la base de operaciones de algunas fuerzas opositoras armadas y Arabia Saudita y Catar han entregado armas a sus grupos de confianza respectivos. También varios países occidentales han aprobado, y algunos ejecutado, envíos de armas, además de brindar entrenamiento a algunas de las fuerzas sirias rebeldes. Además de algunas amenazas, Israel atacó puntualmente Siria esta primavera.
De ingerencia, por tanto, hace tiempo que hay. Ahora, tomará un camino más explícito y visible.
“¿Quién tiene razón? ¿Quiénes son los buenos y quiénes los malos?”
En los cuentos hay ‘buenos’ y ‘malos’. En la vida real, no. Ahora bien, que no haya malos malignos y buenos celestiales, no quiere decir que no se puedan determinar responsabilidades. Que es lo que, al fin y al cabo, es relevante desde un punto de vista del análisis político.
El régimen actual de Bashar al-Asad es la continuación de un régimen iniciado por su padre a través de un golpe de estado en 1970. Sí, la historia de Siria -y de otros muchos países- está llena de ingerencias militares en la vida política. Obviamente, en más de 40 años de régimen de la familia al-Asad, se han hecho muchas cosas. Algunas interesantes, otras vulgares y otras despreciables. Entre estas últimas, y similarmente a muchos regímenes dictatoriales, está la violencia desatada contra la disidencia o, sencillamente, discrepancia, de personas, grupos, confesiones y partidos. De matanzas, torturas, asesinados, etc. el régimen de los al-Asad tiene un largo y tétrico historial. En los dos últimos años y, con objeto de parar la indignación ciudadana en la calle, la represión ha sido especialmente intensa y brutal.
Durante 2011, en el marco de la ‘primavera árabe’, una parte de la sociedad siria salió a la calle para reclamar un cambio. Las fuerzas opositoras se manifestaron de forma civil y pacífica. Pero ante la fortaleza del régimen y la sensación de que la comunidad internacional no reaccionaba, fue calando la convicción de que les hacía falta una vía armada -una conclusión, a mi modo de ver errónea, pero a la que llegan muchos grupos de oposición en casos similares (¿cuánta violencia acaba provocando la inacción y la desatención de los problemas?). En la medida que el brazo armado de la revuelta tomó protagonismo, la reacción del régimen fue aún más brutal. Y, en medio del marasmo de actores, los vacíos de poder y la lógica de la violencia, también se introdujeron grupos vinculados a Al Qaeda, sin interés específico en la situación siria, pero con ganas de aprovechar el caos para hacer avanzar sus posiciones. En fin, ahora ‘disponemos’ de una inmensa variedad de actores armados en el escenario sirio. Y, cuanto más tiempo pasa, más brutalidad ejercen unos y otros.
Pero, por ser el Gobierno, por la represión histórica y actual, por negarse al diálogo, etc. es más que evidente e innegable la responsabilidad principal del régimen en la situación actual.
“¿Qué tiene que ver el islamismo en todo esto?”
Hace poco celebrábamos 50 años del mítico discurso de Martin Luther King, un activista por los derechos civiles y, además, clérigo de la Iglesia Bautista. Pues bien, entre los grupos más extremistas y racistas contra la población negra, había gente creyente y también clérigos en activo. Sí, ser cristiano tendría que significar mucho. Pero, en la práctica, tanto en el antiracismo más ilustrado como en el racismo más primitivo ha habido quien ha justificado lo que hacían con la fe cristiana.
No sé porque cuando hablamos de los ‘musulmanes’ no lo tenemos presente: ¡también hay una increíble diversidad dentro del islam!
Hay quién, de forma simplista, ha dicho: si cae al-Asad ganarán los integristas. Bien, efectivamente, Arabia Saudita -uno de los países más integristas- está apoyando a los grupos opositores de matriz salafista. Además, están los grupos vinculados a Al Qaeda. Pero Irán, otro peso pesado del integrismo, en este caso chiita, apoya al régimen. Vaya, de integrismo, aunque sea de ramas diferentes dentro del islam, encontramos en los dos bandos. Y si entramos en los juegos de los diversos países del mundo árabe y musulmán y de los movimientos organizados dentro del islam político sobre el tema sirio, vemos que -como tantas otras veces en tantos otros sitios- además de filiaciones y lógicas coherentes, también pesa una lógica de poder.
“¡Ya tenemos una nueva guerra imperialista!”
El imperialismo, la actuación por la cual unos Estados quieren controlar el devenir de otros para su propio provecho (político, económico, geoestratégico, etc.), existe y ha sido ampliamente practicado, entre otros, por algunos de los gobiernos que podrían iniciar el ataque sobre Siria (y por cierto, también por algunos de los que apoyan el régimen).
Ahora bien, llevamos más de 2 años así. En fin, una voluntad ‘imperialista’ se hubiera esforzado a hacer algo un poco antes… En todo caso, toda persona leída sabe que Obama tenía escaso interés en entrar en este conflicto. Si lo acaba haciendo es más porque se ve forzado a hacer algo que no porque tenga un interés real. No entiendo que casi nadie destaque que, cuando Obama dijo aquello de las armas químicas como línea roja, más que una amenaza al régimen le estaba dando carta blanca: ‘haz lo que quieras mientras no te pases‘. Y, ahora, es prisionero de sus palabras. De hecho, durante estos dos años Obama siempre se manifestó muy escéptico y distante cuándo otros estados reclamaban una acción militar o pedían armar a la oposición.
¿Que cada país tiene su criterio y preferencias sobre cómo querría que fuera el gobierno de Siria? Sí. Dependiendo de quien haya, algunas cosas serán de una manera u otra, está claro. Y, obviamente, Estados Unidos tiene sus intereses en la zona, sus aliados preferenciales y sus querencias sobre quién prefiere en el poder en cada país. Pero, cuidado de repetir clichés sin analizar la realidad concreta: son muchos los analistas en Estados Unidos que sufren por lo que puede venir después de echar al-Asad. La experiencia egipcia y libia, sin ir más lejos, da mucho miedo a los gestores delestablishment. En cuanto a la intervención militar, Estados Unidos ha recibido más presión exterior (de Arabia Saudí, Catar, Turquía o Israel) que no interior o de países occidentales.
En cualquier caso, y si alguien se quiere poner a señalar influencias externas, que no se deje a nadie. Rusia tiene mucha responsabilidad en la situación actual. En todos los foros internacionales siempre ha evitado la crítica a Siria y, así, le ha salvado de muchas condenas. Al-Asad ha actuado cómo ha actuado sabiendo que disponía del paraguas ruso, no un país insignificante ni pequeño, sino una potencia con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. ¿Cómo hubieran ido las cosas si Siria hubiera tenido claro que no tenía ningún apoyo significativo?
“¿Servirá la intervención militar? ¿Será útil?”
Una guerra siempre es un fracaso. Y un desastre. Poner más gasolina al fuego es añadir más posibilidades de desastre. Más posibilidades de implicar a más actores. De extender la mecha. Cosa que, en el caso de Siria, y en su contexto, no es nada despreciable. De intervenciones quirúrgicas que lo solucionan todo rápidamente y que no provocan daños colaterales, sólo sabemos por las películas. En la realidad, suelen añadir más muertos y dolor, incluso entre los que ‘pretendes’ proteger.
Diseñar un ataque, iniciar una acción militar y ejecutar unos bombardeos para defender una población que está sufriendo bombardeos y ataques, no acaba de parecer ni demasiado sólido ni demasiado coherente. No, las guerras nunca son humanitarias.
Después, claro, está el tema de la credibilidad. Para muchos, parece un tema moral menor. Pero en momentos críticos como estos, es cuando se ve su importancia: algunos de los principales exportadores de armas, algunos de los estados que más acciones armadas innecesarias han cometido, que más dictadores han ayudado a mantener o, directamente, a instaurar (cargándose gobiernos democráticos), ¿pueden pedir que el mundo les crea cuándo quieren hacer una ‘guerra humanitaria’? En política, y en la vida, tener un poco de credibilidad y coherencia es necesario para obtener un aval.
En cualquier caso, quién desee una intervención militar para poner fin al horror en Siria debería no llevarse a engaño: Obama y Hollande han dicho por activa y por pasiva que quieren dar un toque de atención al régimen (por el uso de armas químicas) no deponerlo.
“¿Había, hay, una salida diplomática?”
Evidentemente. Siempre la hay. De conferencias internacionales, espacios de negociación, exploraciones para buscar soluciones al conflicto, etc. ha habido poca cosa y ejecutada con poca convicción. Comparado con el esfuerzo que se ha hecho, a ambos lados, para facilitar y engordar el conflicto con más armas, es bien poco. Algunos países importantes no han tenido mucha voluntad de resolverlo, pero esto no hace buena ni inevitable la intervención militar: esto hace evidente la carencia absoluta de responsabilidad de buena parte de los Estados.
Efectivamente. Cuanto más se tarda en actuar, más difícil se hace todo y más desesperación hay. Es lo que nos pasa ahora con Siria. Lo que ha pasado hace poco con Malí. Lo que pasó con Libia. Y con Irak. Y en Afganistán. Y en los Balcanes, etc. Sinceramente, no es serio hacerlo sistemáticamente todo mal y, después, decir que lo único que podemos hacer es bombardear.
Todos los países implicados en el conflicto deberían comprometerse activamente a:
a) Dejar de alimentar la guerra (dejando de entrenar, armar y facilitar)
b) Dejar de fomentar la entrada de actores armados externos que dificultan la negociación interna
c) Forzar al régimen a asumir la salida de al-Asad, aceptar un gobierno de transición y la convocatoria de elecciones
d) Presionar a los varios grupos opositores a asumir un pacto como éste que quizás no sería todo lo que desean pero sería lo más viable
“Pero, en el fondo, ¿podemos evitar las guerras?”
Las guerras pueden evitarse si se toman las decisiones y se crean las estructuras adecuadas. Dicho de otro modo: no sabemos si la humanidad es capaz de ahorrarse las guerras, pero es muy evidente que con las políticas que se hacen facilitamos enormemente su existencia.
Si queremos la paz, ¿tiene lógica que el gasto militar mundial sea de 1,75 billones de dólares? ¿Hace falta recordar que, hasta hace 4 meses, no se había aprobado el primer tratado que regula mundialmente el comercio de las armas y que todavía tiene que entrar en vigor? ¿Somos conscientes de que el desarrollo de los sistemas de protección de los derechos humanos y de garantías jurídicas internacionales es aún muy incipiente? ¿Acaso ignoramos que la injusticia y la desigualdad económicas son realidades que definen nuestro mundo? ¿Sabemos que dejamos pudrir buena parte de los conflictos hasta que nos estallan en la cara? ¿Hemos olvidado que, hasta hace cuatro días, muchos gobiernos democráticos apoyaban explícitamente a dictaduras tiránicas? ¿Tenemos presente que muchos Estados, centros de análisis, ámbitos de docencia, gabinetes y asesores destierran los valores en la política exterior y alaban el ‘realismo’ (que quiere decir, ‘justificamos las barbaridades que haga falta para defender nuestros intereses’)?
En fin, tenemos un mundo hecho un desastre. Pero si hay voluntad ciudadana y política para que sea diferente, las cosas pueden ser diferentes. Eso sí: hace falta voluntad política. Y hace falta reacción ciudadana, imprescindible, para que acabe habiendo voluntad política de situar la paz, los derechos humanos y la justicia en el centro de la acción política y no como elemento ornamental decorativo.
“La comunidad internacional le ha fallado a los niños sirios, es una vergüenza”
El director de UNICEF reprocha al mundo que por su dejadez hay un millón de niños sirios refugiados
768.000 tienen menos de 11 años, según las cifras de UNICEF y ACNUR
C. R. Jerusalén 23 AGO 2013 - 19:07 CET253
El director ejecutivo del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Anthony Lake, ha hecho sonrojar a la comunidad internacional. Este viernes, desde Ginebra, ha reprochado al mundo que por su dejadez hay ya un millón de niños sirios refugiados fuera de su país, esto es, la mitad de los exiliados sirios son hoy menores de edad. Y el mundo desarrollado no ha hecho nada por evitarlo. “Todos debemos compartir esta vergüenza porque mientras sólo unos pocos trabajan para aliviar el sufrimiento de los afectados por esta crisis, la comunidad internacional ha fallado en su responsabilidad con los niños sirios (…) Debemos parar y preguntarnos, en conciencia, cómo podemos seguir fallándoles”, ha manifestado.
Habrá quien diga que su propia institución puede hacer más. Lake, acompañado del máximo responsable del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Antonio Guterres, sólo ha recordado un dato: disponen del 40% del dinero que necesitarían realmente para asistir a las víctimas. Son necesarios 355 millones de euros para hacer frente a las necesidades de la infancia en Siria, donde hay al menos dos millones de niños desplazados internos (83 millones) y en la región (272 millones) para el presente año. El dinero de los países no está llegando y sus Gobiernos tampoco buscan soluciones políticas que eviten la huida y la muerte.
En este tiempo, ACNUR y UNICEF han repartido 2,3 millones de vacunas contra el sarampión, han dado atención social y psicológica a 39.000 niños y han tratado de continuar con la educación de 268.000, apenas un cuarto del total de desplazados.
La contundencia de las cifras es terrible, un “hito vergonzoso”, insisten. De ese millón de niños refugiados en Jordania, Líbano, Turquía o Irak, esencialmente, 768.000 tienen menos de 11 años. 7.000 menores más han muerto en los dos años y medio del conflicto que vive Siria, que ya ha enterrado a más de 100.000 personas. También está moribundo su futuro. “Está en juego la supervivencia y el bienestar de una generación de inocentes”, ha replicado Guterres. El peligro proviene del riesgo de desnutrición, de las enfermedades en el camino, de los “traumas” y la “desesperanza” que arrastran los pequeños ya aún antes de cruzar cualquier frontera.
Sostienen los organismos de la ONU que se están dando casos de “explotación sexual, matrimonios y trabajos forzados y tráfico de menores”. “No estamos hablando sólo de números sino que estamos ante una forma real de arrancar a los niños de sus hogares y, en algunos casos, de sus familias, enfrentándolos a horrores que apenas estamos empezando a comprender”, advierte Lake.
Save The Children, el pasado marzo, elaboró un informe coincidiendo con los dos años de conflicto en el que señalaba que los pequeños que aún siguen dentro de Siria son usados por grupos armados, de los dos bandos, oficiales y rebeldes, como porteadores en zonas de choque directo o incluso como escudos humanos.
Sólo hace unas semanas, UNRWA, el organismo de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos, explicaba que hay más de 200 familias que han escapado hasta Gaza, cambiando un conflicto por otro algo más leve. Han entrado por Egipto y ahora se encuentran con un elevado coste de vida y casi sin posibilidad de empleo. La media de niños es de cuatro por familia.
Siria protagoniza hoy la peor crisis de refugiados del mundo en los últimos 20 años. No se veía nada igual desde el genocidio de Ruanda de 1994. El flanco más complicado estos días sigue siendo el noreste, donde se mantiene el flujo de sirios que caminan hacia el Kurdistán semiautónomo. Médicos Sin Fronteras sostiene que finalmente son 42.300 los refugiados llegados desde el pasado 15 de agosto, huyendo de los bombardeos y la presión yihadista y aprovechando la apertura de un nuevo paso sobre el río Tigris. La ONG mantiene puestos de ayuda a ambos lados de la frontera y está detectando, sobre todos, problemas de deshidratación por las largas caminatas y la ausencia de víveres. Un portavoz del Gobierno de Massoud Barzani teme que los islamistas estén llevando a cabo “matanzas de las que aún no hay noticia” en las villas en suelo sirio de mayoría kurda.
El ataque químico en Siria reabre el debate sobre la gravedad de su uso
Tras el supuesto atentado químico, los analistas se preguntan si EU debería haber actuado antes de la utilización de armas no convencionales
Por Josh Levs
Miércoles, 28 de agosto de 2013 a las 06:50
Miércoles, 28 de agosto de 2013 a las 06:50
Un ataque con armas químicas en Siria aceleró los planes de la comunidad internacional de intervenir militarmente (AFP).
Lo más importante
- Más de 100,000 personas han muerto en Siria, la gran mayoría por ataques convencionales
- Algunos se preguntan por qué los ataques con armas químicas se consideran más "malignos"
- El presidente Obama dijo a CNN que los intereses de Estados Unidos están en juego
- Dos importantes tratados internacionales han fracasado en su intento de detener el uso de armas químicas
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(CNN) — El esfuerzo internacional y de Estados Unidos para responder a un supuesto atentado con armas químicas en Siria genera la pregunta: ¿por qué intervenir ahora en la guerra civil y no antes?
Más de 100,000 personas han muerto en el conflicto, que ha durado más de dos años. Ha habido masacres. Se han bombardeado áreas pobladas. Los estallidos han tenido como blanco a personas que hacen fila para obtener comida en panaderías. Ha habido decapitaciones. Millones de sirios han sido desplazados.
Sin embargo, un solo ataque espeluznante ha cruzado lo que el presidente Barack Obama ha definido como la “línea roja”. Los funcionarios rebeldes dicen que más de 1,300 personas, incluyendo a mujeres y niños, murieron recientemente como resultado de un atentado con armas químicas.
Estados Unidos cree que Siria fue el responsable; los rebeldes también culpan al gobierno de Siria. El régimen lo niega y algunos sirios han dicho a CNN que dudan que su gobierno haya utilizado armas químicas.
Si los ataques con armas convencionales, han dado por resultado una pérdida humana masiva, ¿qué hace que este ataque sea el punto decisivo para que el mundo actúe?
“Hacer estallar a la gente con explosivos es permisible, al igual que dispararles o torturarlos”, reclama Dominic Tierney, profesor de Ciencias Políticas en el Swarthmore College. “Pero, pobre del régimen sirio si piensa utilizar armas químicas”.
En una columna en The Atlantic, Tierney (autor de un libro sobre lo que él llama “el estilo de guerra estadounidense”) agrega: “una mujer y su hijo que se encuentren bajo fuego en Alepo podrían no merecer esta distinción. No resulta obvio que los explosivos de alto poder sean inherentemente menos malignos que las armas químicas”.
El escritor Paul Waldman hace comentarios similares en The American Prospect: “Morir por gas mostaza seguramente es horrible. Aunque también morir por el estallido de una bomba. Utilizar una de estas armas te garantiza ser considerado como criminal de guerra, pero utilizar la otra, no”.
Y Paul Whitefield de Los Angeles Times escribe: “El hecho de que estalle una bomba en un edificio y se derrumbe sobre civiles inocentes, (hombres, mujeres y niños) es terrible, ¿pero no es razón para que actuemos? ¿Y no podemos permitir un atentado con armas químicas? ¡Por favor!"
"Los intereses de EU"
La Casa Blanca argumenta que hay razones de peso para considerar que el ataque con armas químicas es diferente. “El uso de armas químicas es contrario a los estándares adoptados por la gran mayoría de las naciones y los esfuerzos internacionales desde la Primera Guerra Mundial para eliminarlas”, dijo esta semana el vocero Jay Carney. "El uso de estas armas a gran escala y la amenaza de su proliferación es una amenaza a los intereses de nuestra nación y una preocupación para el mundo entero”.
“Sin duda, el régimen de al Asad está cometiendo atrocidades en Siria, hemos brindado una ayuda considerable a la oposición siria en su lucha contra al Asad y lo seguiremos haciendo”.
Obama, en una entrevista con CNN la semana pasada dijo: “Cuando empezamos a ver el uso de armas químicas a gran escala, vimos afectados algunos de los intereses nacionales de EU, tanto en términos de asegurarnos de que las armas de destrucción masiva no proliferen, como en la necesidad de proteger a nuestros aliados y nuestras bases en la región”.
Las víctimas desde la I Guerra Mundial
El Protocolo de Ginebra, firmado en 1925, prohíbe el uso de armas químicas. Fue una respuesta a uno de los horrores de la Primera Guerra Mundial, en la que los agentes químicos, incluyendo el cloro, el fosgeno (un agente que causa asfixia) y el gas mostaza (que ocasiona quemaduras dolorosas en la piel) ocasionaron casi 100,000 muertes, de acuerdo con las Naciones Unidas.
Pero desde la Primera Guerra Mundial, las armas químicas han matado a más de un millón de personas, de acuerdo con la ONU. “Durante el periodo de la Guerra Fría se dio el desarrollo, la fabricación y el almacenamiento significativos de armas químicas”, dijo la Oficina para Asuntos de Desarme de la ONU.
El caso más conocido en la historia reciente se dio en 1988, durante la guerra entre Irán e Iraq. Saddam Hussein las utilizó contra el pueblo kurdo en la ciudad iraquí de Halabja y en contra de las tropas iraníes. En 1992, se adoptó la Convención sobre Armas Químicas, que prohibía su uso.
¿Límites en la guerra?
Algunos analistas dicen que tiene sentido que Estados Unidos y el mundo respondan de manera diferente ante los atentados químicos. “Son tan indiscriminados”, dice Don Borelli, exfuncionario del FBI que trabaja ahora para The Soufan Group, una consultora sobre seguridad. “Por lo menos con armas convencionales se hace algún tipo de distinción”.
“El armamento moderno es más letal, pero también más preciso”, dice Michael Rubin, exfuncionario del Pentágono y colaborador del American Enterprise Institute. Pero los agentes químicos se dispersan, afectan a un gran número de personas y “pueden generar condiciones terribles para toda la vida”. Admite que algunos ataques con armas convencionales también pueden hacerlo.
“Queremos establecer los parámetros de la guerra. Si no lo hacemos, los combatientes seguirán empujando los límites. En el último de los casos, la pregunta sería si deberíamos tener límites en la guerra o no”. Si los ataques con armas químicas no se verifican, ¿qué pasará con otros tipos de armas de destrucción masiva, por ejemplo un ataque biológico o nuclear?
Algunos ataques con armas químicas se han pasado por alto. En el conflicto actual, presuntamente se han utilizado armas químicas en ataques de menor escala varias veces. Foreign Policy reportó esta semana que en 1988, Estados Unidos “ayudó a Saddam Hussein a atacar con gas a Irán”.
Rubin sostiene que lo duda. Pero de cualquier manera, dijo, “hay una pregunta fundamental: ¿debemos aprender de nuestros errores? Si cometimos un error, ¿debemos permitir que esto suceda de nuevo?”
Estados Unidos y otros países, dijo, quieren “restablecer el estigma” contra las armas químicas que existía en la opinión pública mundial “después de la Primera Guerra Mundial y de Halabja”.
Un impacto "exagerado"
Tony Cordesman, exfuncionario del Departamento de Defensa que ahora trabaja para el Center for Strategic and International Studies, dice que la imagen que la gente tiene de las armas químicas con frecuencia es excesiva.
“Los ataques con armas químicas no son necesariamente más terribles que los ataques con armas convencionales", dijo el martes. Y “la mortandad siempre ha sido peor en papel que en la realidad”.
“Los países poderosos como Estados Unidos mantienen un tabú contra el uso de armas de destrucción masiva en parte porque tienen una gran cantidad de armas convencionales”, escribe. “Washington puede vencer a la mayoría de sus enemigos en pocos días, a menos que el adversario utilice armas de destrucción masiva para nivelar la balanza”.
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